22 de noviembre de 2011

Sentado en la esquina de la calle, esta tocando y fumando un cigarrillo, usando las manos está contando una historia, la única que le gusta contar, de como subió al cielo, conoció a un ángel y se sentó con el en una nube que viajaba a la deriva del viento, de como recorrió el mundo en ella. Curiosa es la forma en que la cuenta, nunca es igual. Esta hablando en un idioma que pocos entienden cabalmente, muy atrayente como espectáculo; después de cada narración, muchos le dicen que es un artista de lo que ya no nacen, que toca increíble, halagos que recibe humildemente, siguen su marcha; pero son pocos los que le entienden, que al retribuirle con algún comentario no lo malgastan en un halago obvio, sino que le preguntan como continua la historia, se quedan ahí como si no tuviesen nada más que hacer que seguir esta novela que el sigue tocando y reinventando en cada acorde y melodía. Me encanta ir a verlo tocar, siempre en esa esquina cualquiera a cualquier hora, esta siempre ahí sentado, tocando, fumando, contando una historia que no termina, porque cada vez que agarra su guitarra sube al cielo, se junta con los ángeles y viaja a la deriva del viento.

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