14 de agosto de 2011

¿Quién le ha regalado una sonrisa al dolor?

Quien haya visto de cara el sufrimiento, el reflejo de la muerte que la puerta viene a derribar y escuchado el ultimo suspiro de un hombre antes de ser abatido, ha de ser el único que entenderá que dolor hay que recibir como amigo, para que no te arrastre y desgaste, ese dolor al que hay que abrirle la puerta, invitarle un trago y a la mesa a cenar.
Un luto medido y justo que acarrea que recuerdes a los que no están y siempre terminas concluyendo que un respiro es tan corto como el momento que requiere terminar con una vida y que la tuya no sufrirá un destino remotamente distinto. Sabes que la muerte se avecina y el alba trae a un batallón que cumplirá el trabajo ya completado con el resto de tus camaradas, pero no arrancarás, la lealtad y tu moral te impiden abandonar la campaña, decides seguir marchando aunque sabes que tu vida ha de acabar al final del fusil de un soldado.
Por esto quien no tiene nada que perder y ha de morir sabe que no ha de martirizarse de más, ya que, terminará por abrazar al dolor y este se irán juntos tras su ultimo suspiro

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